QUÉ ES LA DEMANDA SOCIALMENTE NECESARIA (DSN)

La economía de mercado, en que la búsqueda del lucro es el motor que define si un país dispone de más bienes o no, construye una sociedad estratificada, con concentración permanente de la riqueza y de las expectativas para una vida digna.
Escrito por Enrique Mario Martinez
El subproducto obvio de esa evolución es que una fracción de la población queda excluida del acceso a los bienes más básicos determinantes de la calidad de vida. La exclusión es la contracara de la concentración.

Si un gobierno sueña con atenuar o hasta eliminar esa injusticia habitualmente construye una propuesta de inclusión de los hoy excluidos. Esto es: Trata que los derrotados en la puja del mercado mejoren sus capacidades laborales para tener más chance de ser empleados; o formulen pequeños proyectos de producción de bienes o servicios que les permitan intentar participar de la competencia. 

El escenario donde se dirimen ganadores y perdedores, sin embargo, sigue siendo el mismo y las razones por las cuales los más poderosos triunfan sistemáticamente, se mantienen. Por lo tanto, en el mejor de los casos, algún excluido logrará incluirse convirtiendo en excluido a otro miembro de la sociedad. Porque básicamente, ese es el resultado de la competencia por el lucro.
En consecuencia, queda a un gobierno con vocación popular compensar a los perdedores con ingresos que arrimen a su subsistencia, pero ya considerados como excluidos permanentes del trabajo.

Invito a mirar tan crítica cuestión desde otro ángulo.
Los miembros de una sociedad, cualquiera sea su patrimonio o nivel de ingresos, tienen necesidades que deben ser atendidas si es que los individuos y/o comunidades pretenden subsistir.
Hay necesidades individuales primarias:
. Comer.
. Vestirse.
. Tener una vivienda.
Hay otras necesidades que también son individuales pero que se satisfacen a través de sistemas, de variado grado de articulación colectiva:
. Tener energía
. Contar con un ambiente amigable.
. Transportar y transportarse.
. Acceder a la educación.
. Acceder a la prevención y cura de enfermedades y dolencias.

Estas son las DEMANDAS SOCIALMENTE NECESARIAS: Aquellos bienes y servicios que es necesario estén a disposición de cada uno de los habitantes para que una comunidad pueda considerarse tal y pueda mirar su futuro con bajo nivel de conflictos internos.
La economía de mercado convierte a cada uno de esos bienes y servicios en negocios, donde hay oferentes que atienden las necesidades de forma de obtener ganancias.
¿De donde sale el dinero para pagar a esas ofertas?
Pues de los ingresos de los consumidores y/o de los aportes del Estado, que ha ido adquiriendo de manera creciente la responsabilidad de asegurar esas provisiones.
Una sociedad como la argentina, sin embargo, sirve como ejemplo detallado – muy detallado – de los conflictos que emergen a consecuencia que una necesidad básica sea atendida por actores con afán de lucro y cómo en la gran mayoría de los casos el escenario concreto que se configura conlleva malas o insuficientes prestaciones.
Vale la pena alguna enumeración no exhaustiva de situaciones de fracaso.

. Oligopolios en la producción de alimentos y en su comercialización final, que encarecen los bienes y excluyen de la oferta a las pequeñas empresas.
. Instalación de marcas de indumentaria o de calzado que venden muy por encima de sus costos y cadenas de producción con trabajo esclavo o muy mal pago.
. Especulación en tierra urbana que hace ilusoria la posibilidad de contar con una vivienda.
. Producción de energía a base de recursos no renovables, en grandes unidades, que le dan rigidez al sistema.
. Distribuidoras de energía que no aseguran calidad de prestación, por baja inversión.
. Concesiones ferroviarias que no aseguran ni calidad ni seguridad en grado mínimo.
. Contaminación de ríos y arroyos por empresas que no se hacen cargo del tratamiento de sus residuos.
. Residuos urbanos mal procesados y en dimensión tal que amenazan la calidad del ambiente en que viven millones de personas.
. Transporte masivo por colectivos y ómnibus que requieren enormes subsidios.
. Crecimiento de una educación privada de calidad muy variable, que sin embargo asegura el tránsito por cada ciclo, en desmedro de la educación pública.
. Sistema de salud público superpuesto con sistemas de gestión privadas donde la búsqueda del lucro entra en claro conflicto con la prestación.

Se podría seguir enumerando situaciones. La economía de mercado de ninguna manera ha permitido atender las DSN de manera adecuada. En algunos casos, como el ambiente, esa lógica productiva es, por el contrario, la responsable principal del deterioro del entorno en que millones de personas deben vivir.
En cada sector, cuando se producen crisis sin salida inmediata, la única solución que se ha tenido a la mano es que el Estado se haga cargo de la prestación. En primera instancia, parece razonable, porque se anula la búsqueda directa del beneficio por parte de un oferente privado. Ha sido, en efecto, la única alternativa considerada.

Sin embargo, por mejor voluntad que se ponga en la implementación aparece otro problema, que es corolario de una economía individualista y competitiva: la ejecución de las tareas, que atienden demandas socialmente necesarias, queda a cargo de organizaciones controladas desde burocracias con bajo compromiso con el resultado final, que lideran sistemas con gran cantidad de empleados, pero sin necesidad concreta y efectiva de rendir cuentas de modo transparente de su gestión. 

Existen muchos mecanismos, que no creo necesario describir aquí, por los cuales la premisa del lucro privado puede infiltrarse en una organización estatal donde la distancia entre los niveles de decisión y supervisión están muy alejados de los niveles de ejecución. En los dos extremos de la cadena organizativa el lucro privado puede filtrarse, muchas veces con gran facilidad.
La comunidad que tiene la demanda, es entonces un consumidor sin posibilidad de intervenir cuando la prestación es privada y pasa luego a ser usuario, pero en las mismas condiciones de indefensión, frente a grandes estructuras de prestación pública.

La atención plena de las DSN es por lo tanto la asignatura conceptual pendiente de toda comunidad.

Con la lógica de mercado, no llegamos. Con el Estado como macro prestador sustituto, seguimos teniendo problemas.
El plan de trabajo a corto, mediano y largo plazo del Instituto para la Producción Popular se ha configurado con esos datos a la vista.
La premisa ejecutiva es simple: Sumar a los hoy excluidos, con la capacitación y la tecnología pertinentes, a participar como actores colectivos en la atención de partes de las demandas socialmente necesarias.
Un primer capítulo abarca los alimentos, la indumentaria, la vivienda, el ambiente y la energía. Descomunal tarea, aunque en caso de ser exitosos, a ella le debería seguir el trabajo en otras áreas.

No se trata de poner en la mochila de los más humildes la responsabilidad de cubrir toda la oferta, de cada ámbito. Se trata de algo simple y profundamente transformador a la vez: Reconocer que el capitalismo global y su herramienta principal, la economía de mercado, fracasan, una y otra vez en resolver los problemas más elementales.
Por lo tanto, hay que cambiar. Y hay que hacerlo desde el sentido de justicia más elemental: poner a todos a trabajar.
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