Ezeiza, 40 años después

Se cumplen 40 años de la “Masacre de Ezeiza” y del regreso de Perón a la Argentina. DesdeMarcha indagamos sobre el rol de la masacre perpetrada por la derecha peronista y su relevancia en la lucha política de los años siguientes y en la conformación del genocidio.
Esa noche era casi imposible dormir, todo era pura ansiedad, pura expectativa, puro deseo. Las horas que faltaban para la mañana del 20 de junio de 1973, parecían ser por momentos mucho más arduas y extensas que los 18 largos años de espera que habían separado a una gran parte del pueblo de aquel general catapultado al centro de la escena política un lejano 17 de octubre de 1945.
En cada unidad básica y en cada sede sindical se ultimaban los detalles organizativos, se repasaban los dispositivos de seguridad que cada organización tenía y todos se preparaban para una jornada que adquiría ribetes épicos. Sin embargo con el correr de la mañana, aquellos gestos de felicidad y alegría, las miradas cálidas y emocionadas, se trastocarían completamente.

Empezaron las emboscadas preparadas en los bosques, los tiradores apostados en el palco central, las corridas por la Ricchieiri, los muertos, los torturados. Las columnas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros, de la Juventud Peronista (JP), la Juventud de Trabajadores Peronistas (JTP) y la Juventud Universitaria Peronista (JUP), eran recibidas a balazos por los francotiradores de Jorge Osinde y del Comando de Organización (CdO), mientras José Ignacio Rucci, Brito Lima y Norma Kennedy se habían asegurado de que en el palco desde el cual Perón hablaría solo estuviera la tropa propia: sindicatos, Juventud Sindical y CdO. El resto es casi anecdótico, Perón volvía al país para establecerse definitivamente hasta su muerte. La derecha peronista buscaba retomar la iniciativa que había perdido a manos de las organizaciones populares y preanunciaba lo que vendría en un corto periodo de tiempo.

Ezeiza, las tres A y el genocidio posterior

Ezeiza guarda su lugar en la historia no solo por la masacre perpetrada por los sectores de la derecha peronista hacia la Tendencia Revolucionaria, sino porque funciona, junto al regreso de Perón después de su exilio tras el golpe de septiembre de 1955, como un momento bisagra de la historia política de aquellos años. Ezeiza viene a redefinir el campo de la lucha política, de la disputa por ese “significante vacio” que es el peronismo y de la confrontación entre proyectos de país que hasta ese momento habían estado en tensión pero combatiendo de manera velada. Las consignas rivales “la patria peronista” y “la patria socialista”, vienen a graficar esta oposición, pero la misma iba muchísimo más allá de esto.

“La patria peronista” significaba el intento de reorganizar una burguesía nacional, que durante la etapa anterior (ciclos de stop and go mediante) había actuado siempre de manera defensiva, bloqueando las iniciativas de los sectores más concentrados y trasnacionalizados de la economía argentina o yendo a la cola de los mismos y que con el regreso de Perón buscaba nuevamente ser la fracción dominante de los sectores dominantes. “La patria socialista” buscaba constituirse como un proyecto superador que, manteniendo las tres banderas históricas del peronismo, diera lugar a un proceso de liberación nacional y social.

La elección del propio Perón quedó clara ni bien aterrizó en suelo argentino, al señalar “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”. El intento de reflotar el pacto social de la mano de un acuerdo entre la Confederación General Económica (CGE) y la Confederación General del Trabajo (CGT), como representantes corporativos de los intereses de la burguesía nacional y la clase obrera organizada, junto al llamado al desarme de las formaciones especiales y el abandono de la lucha armada, continuaron este camino trazado.

La victoria de Héctor Cámpora, la liberación de los presos políticos y el rol preponderante que Montoneros y la JP habían ido adquiriendo como organizaciones de masas, significó la culminación de un proceso político de acumulación que había sedimentado a lo largo de los años, cuya presencia y radicalización alcanzaba no solo a los sectores jóvenes y medios del pueblo sino a un vasto universo, como inquilinos, villeros, lisiados. Ezeiza actúa, en cambio, como primer intento de desmontar ese andamiaje construido y forjado en la lucha contra la dictadura y que durante todo 1974-75 buscará y logrará desplazar a la Tendencia Revolucionaria de los espacios de poder ocupados, y al tiempo pondrá en marcha también su aniquilamiento.

El tránsito que va desde la masacre de aquel 20 de junio de 1973 a la conformación e implementación de las bandas para-policiales y la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), marca un proceso de “acumulación primitiva del genocidio”. Es decir la modalidad bajo la cual se desarrolló durante el periodo 1973-1976 la lucha de clases en la Argentina, actuó como condición de posibilidad, como acumulación originaria del genocidio iniciado en marzo de 1976 y Ezeiza es, en este sentido, el momento en el cual se inicia este cambio de rumbo.
Fuente: Periódico Marcha
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