Por cada peso que se paga, hay otro peso que se evade”

Por Eduardo Anguita 
Evasión impositiva, demanda de dólares, fuga de divisas y lavado de dinero. Aquí, la visión de un especialista en temas tributarios sobre la siempre problemática cuestión de la formación de activos externos.
-¿Las medidas son racionales y sirven?
Hubiera sido bueno que se aplicaran antes. Son tributarias en la medida en que apuntan a verificar que el dinero que se invierte en divisas no sea producto de la evasión. Y éste no es un tema menor, porque la única estimación que hay hecha por gente seria en los últimos años, por ejemplo con relación al impuesto a las ganancias de empresas y personas, indica que la evasión ronda el 50 por ciento. 
Eso quiere decir que por cada peso que se paga hay otro peso que se evade. Esa masa de dinero negro, obviamente, pugna por reubicarse, tanto dentro como afuera del país”, señala Jorge Gaggero con relación a las decisiones adoptadas por el Gobierno Nacional para regular la venta de divisas. 
La lectura de Gaggero, economista especializado en cuestiones tributarias e integrante del Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (Cefid-ar), avanza también sobre la coyuntura política y económica para explicar la presión cambiaria de las últimas semanas.
“Al momento de cambio político, de transición, se suma una crisis global; pero también un cambio en el ciclo económico local, con características distintas a las que hubo unos años atrás. Hay menos abundancia de divisas, menos excedente de comercio exterior y la necesidad de aplicar reservas del Banco Central para pagar deuda pública porque no hay acceso conveniente al financiamiento internacional…”, enumera Gaggero.
–¿La evasión del impuesto a las ganancias que se traduce en fuga de divisas es realizada por grandes contribuyentes o se trata de pequeños empresarios y profesionales?

–La cuestión involucra tanto en personas como a empresas. El grueso de la fuga se explica por las grandes empresas; principalmente hoy, dado el grado de transnacionalización que presenta nuestra economía. Me refiero a las multinacionales. Con relación a las personas, diría que la mayor parte es consecuencia del primer centil; es decir: del por ciento de las personas más afortunadas del país.
–¿Se pueden interpretar las medidas como la primera fase de una batería que apunta a ese centil? ¿O se trata, al menos hasta ahora, de responderle al manejo que hicieron Clarín y La Nación sobre la evolución de las reservas del Banco Central?

–La primera motivación tiene que ver con la presión en el mercado cambiario. La decisión, aparentemente, no surge de un intento por reforzar los controles tributarios para reducir la evasión. Sin embargo, bienvenidas sean las decisiones adoptadas y las que se tomen en el futuro en este sentido. Bien implementadas, las medidas permitirían descubrir evasores por la vía de las filtraciones hacia el exterior. Ahora bien, hay una cantidad relevante, diría que la más relevante en términos de evasión, o tan relevante como la que sale por la vía de las divisas. Se trata de la evasión que se origina en diversas maniobras y que no se traduce en transferencias a través de compras en las casas de cambio o en los bancos…
–¿Por ejemplo?


–El tema de los precios de transferencia que declaran las multinacionales. Muchas veces son precios falsos que se anotan en los balances para reducir las ganancias a declarar en nuestro país inventando pagos por costos, servicios, intereses y una cantidad de rubros falsos que, en realidad, sólo existen en los papeles. Esa es una vía muy importante de evasión. Otro mecanismo es la triangulación en el comercio exterior; es decir: exportar a través de un tercer mercado, que muchas veces es un paraíso fiscal o una jurisdicción de alta opacidad tributaria. En este caso, lo que hacen es registrar la operación de venta con un precio más bajo que el real, de modo de pagar menos ganancias en el país. Esto se ha descubierto a propósito de las exportadoras de granos.
–En la Afip señalan que muchas veces la Justicia en lo Penal Económico no acompaña. Usted, seguramente, tendrá una opinión sobre esto. ¿Se podría avanzar más intrépidamente, ahora que la Presidenta sacó el 54 por ciento de los votos?

–Es imprescindible hacerlo. Hay una porción del problema que se relaciona con la ley; pero, aunque sea necesario realizar reformas a la normativa, creo que se debería arrancar con las leyes vigentes. Hay lagunas, hay zonas grises que favorecen la impunidad de los evasores, y se materializan, muy frecuentemente, en la pérdida de juicios.
–¿De qué leyes estamos hablando?

–De varias. Hay lagunas, por ejemplo, que permiten conformar fideicomisos en el exterior para ocultar masas patrimoniales enteras y, por supuesto, los flujos de ingreso que obtienen esas masas patrimoniales. Hubo un caso famoso, el de Eduardo Eurnekian, que terminó sobreseído en una causa millonaria donde la Afip lo acusó de haber incurrido en simulación al constituir dos fideicomisos en paraísos fiscales del Caribe y transferirles un capital millonario en dólares. Es sólo un ejemplo, pero casos como éstos, que desafían con éxito a la autoridad tributaria, funcionan como un incentivo.
–Usted dice Eurnekian, de Aeropuertos Argentina 2000, un empresario que siempre está cerca del Gobierno...

–Hay un punto político simbólico que es muy importante y por el que se debería empezar. A mi juicio, viendo la cuestión desde lo fiscal y lo político-institucional, ningún empresario que tenga un litigio con cualquier nivel del Estado debería pisar la Casa Rosada. Nuestro país tiene una larga tradición de incumplimiento de estos requisitos político-simbólicos, que en los países más desarrollados, en general, se cuidan. Recordemos que durante la década de Menem esto se repitió muchísimo. Era muy normal que representantes de empresas demandadas por el Estado nacional se pasearan por los salones de la Rosada. Durante el gobierno de la Alianza, De la Rúa, por ejemplo, recibió al presidente de Peugeot internacional con todos los honores, cuando su filial local tenía un juicio por contrabando.
–Al margen de esto: la decisión de mandar 4.400 empleados de la Afip a fiscalizar, ¿sirvió o no sirvió?

–Sí, la medida va a tener su efectividad. Es necesaria en una situación como la actual. Todos los países serios toman medidas de este tipo. En realidad, tienen sistemas ya montados. Nosotros lo estamos montando. Va a servir coyunturalmente, porque todos los controles, y esto ocurre en todo el mundo, tienden a ser violados. Siempre es necesario reformarlos para actualizarlos. Pero hay cuestiones de fondo que deberán ser atacadas…
–¿Cuál considera que son estas cuestiones?

–Hay una situación de crecimiento de precios que no es consistente con el ritmo de devaluación, y que alimenta esta tensión. Este es un tema de política económica que debe ser atacado. Esto supone atacar más firmemente la inflación, reconociendo el problema. La cuestión implica una constelación de políticas, porque la inflación es un problema complejo que tiene múltiples puntos de ataque… El Gobierno debe definir un conjunto de políticas para dejarles en claro a los operadores económicos que vamos en un rumbo correcto, que carece de problemas y que, en consecuencia, desaliente la búsqueda de divisas por parte de quienes apuestan a un eventual salto devaluatorio.
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