Carlos Heller
La semana pasada la ministra Giorgi realizó algunas declaraciones respecto a la sustitución de importaciones. Dijo que se acabó la mentira del país de felices consumidores con empresas que cierran, y agregó que si volviésemos a tener planchas importadas de 5 dólares, seguramente las veríamos solo por las vidrieras ya que no las podríamos comprar por falta de trabajo.
La semana pasada la ministra Giorgi realizó algunas declaraciones respecto a la sustitución de importaciones. Dijo que se acabó la mentira del país de felices consumidores con empresas que cierran, y agregó que si volviésemos a tener planchas importadas de 5 dólares, seguramente las veríamos solo por las vidrieras ya que no las podríamos comprar por falta de trabajo.
El problema es que nos plantean una lógica falsa,
vinculada a que existe un porcentaje de la población que está sediento
de poder comprar exquisiteces porque no necesitan trabajo para poder
hacerlo. Pero, la inmensa mayoría de la ciudadanía lo que necesita es en
primer lugar trabajar para poder consumir.
Me parece que hay que dejar de tenerle
miedo a esto de que el desarrollo que estamos teniendo será a costa del
consumidor porque pagará precios más caros. Me recuerda a la publicidad
que se hacía en la época de Martínez de Hoz de las sillas de producción
nacional versus las importadas.
De todos modos, lejos del ideal, es
necesario decir cuál es la parte no tan positiva. Estamos hablando de
empresas internacionales que comienzan a ganar mucho dinero y que al no
haber regulaciones, se la llevan a sus países. Esta es una de las
asignaturas pendientes. Por eso yo digo que tenemos que trabajar para
modificar las condiciones, de manera que estas empresas como mínimo
estén obligadas a reinvertir sus utilidades o buena parte de ellas en el
país.
El problema es que la Argentina tiene firmados una cantidad de tratados bilaterales
de inversión que traban toda posibilidad de solicitar requisitos
especiales a las empresas extranjeras. Cuando hablamos de desarmar la
arquitectura legal que heredamos de la dictadura y del menemismo este es
un ejemplo clásico. Es que al tener un tratado de inversión bilateral
con los Estados Unidos, no se le puede plantear a una empresa
norteamericana distintas condiciones que a una empresa argentina, como
por ejemplo que reinvierta las utilidades. Respecto a este tema en
particular, Nuevo Encuentro ya presentó en el Congreso un proyecto para
ir desarmando estos acuerdos paulatinamente.
La semana pasada la ministra Giorgi
realizó algunas declaraciones respecto a la sustitución de
importaciones. Dijo que se acabó la mentira del país de felices
consumidores con empresas que cierran, y agregó que si volviésemos a
tener planchas importadas de 5 dólares, seguramente las veríamos solo
por las vidrieras ya que no las podríamos comprar por falta de trabajo.
El problema es que nos plantean una lógica falsa,
vinculada a que existe un porcentaje de la población que está sediento
de poder comprar exquisiteces porque no necesitan trabajo para poder
hacerlo. Pero, la inmensa mayoría de la ciudadanía lo que necesita es en
primer lugar trabajar para poder consumir.
Me parece que hay que dejar de tenerle
miedo a esto de que el desarrollo que estamos teniendo será a costa del
consumidor porque pagará precios más caros. Me recuerda a la publicidad
que se hacía en la época de Martínez de Hoz de las sillas de producción
nacional versus las importadas.
De todos modos, lejos del ideal, es
necesario decir cuál es la parte no tan positiva. Estamos hablando de
empresas internacionales que comienzan a ganar mucho dinero y que al no
haber regulaciones, se la llevan a sus países. Esta es una de las
asignaturas pendientes. Por eso yo digo que tenemos que trabajar para
modificar las condiciones, de manera que estas empresas como mínimo
estén obligadas a reinvertir sus utilidades o buena parte de ellas en el
país.
El problema es que la Argentina tiene firmados una cantidad de tratados bilaterales
de inversión que traban toda posibilidad de solicitar requisitos
especiales a las empresas extranjeras. Cuando hablamos de desarmar la
arquitectura legal que heredamos de la dictadura y del menemismo este es
un ejemplo clásico. Es que al tener un tratado de inversión bilateral
con los Estados Unidos, no se le puede plantear a una empresa
norteamericana distintas condiciones que a una empresa argentina, como
por ejemplo que reinvierta las utilidades. Respecto a este tema en
particular, Nuevo Encuentro ya presentó en el Congreso un proyecto para
ir desarmando estos acuerdos paulatinamente.
La semana pasada la ministra Giorgi
realizó algunas declaraciones respecto a la sustitución de
importaciones. Dijo que se acabó la mentira del país de felices
consumidores con empresas que cierran, y agregó que si volviésemos a
tener planchas importadas de 5 dólares, seguramente las veríamos solo
por las vidrieras ya que no las podríamos comprar por falta de trabajo.
El problema es que nos plantean una lógica falsa,
vinculada a que existe un porcentaje de la población que está sediento
de poder comprar exquisiteces porque no necesitan trabajo para poder
hacerlo. Pero, la inmensa mayoría de la ciudadanía lo que necesita es en
primer lugar trabajar para poder consumir.
Me parece que hay que dejar de tenerle
miedo a esto de que el desarrollo que estamos teniendo será a costa del
consumidor porque pagará precios más caros. Me recuerda a la publicidad
que se hacía en la época de Martínez de Hoz de las sillas de producción
nacional versus las importadas.
De todos modos, lejos del ideal, es
necesario decir cuál es la parte no tan positiva. Estamos hablando de
empresas internacionales que comienzan a ganar mucho dinero y que al no
haber regulaciones, se la llevan a sus países. Esta es una de las
asignaturas pendientes. Por eso yo digo que tenemos que trabajar para
modificar las condiciones, de manera que estas empresas como mínimo
estén obligadas a reinvertir sus utilidades o buena parte de ellas en el
país.
El problema es que la Argentina tiene firmados una cantidad de tratados bilaterales
de inversión que traban toda posibilidad de solicitar requisitos
especiales a las empresas extranjeras. Cuando hablamos de desarmar la
arquitectura legal que heredamos de la dictadura y del menemismo este es
un ejemplo clásico.
Es que al tener un tratado de inversión bilateral
con los Estados Unidos, no se le puede plantear a una empresa
norteamericana distintas condiciones que a una empresa argentina, como
por ejemplo que reinvierta las utilidades. Respecto a este tema en
particular, Nuevo Encuentro ya presentó en el Congreso un proyecto para
ir desarmando estos acuerdos paulatinamente.
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