El planteo
económico de Néstor Kirchner en 2003, fue sensato: alcanzar y mantener los ya
conocidos superávits gemelos: el fiscal, evitando que el Estado deba buscar
financiación y el externo, buscando autofinanciar las obligaciones en
divisas.
Escrito por Enrique Mario Martinez
Después de 10 años ambas cosas son más difíciles de asegurar que entonces. Podría discutirse hasta el infinito los eventuales errores de gestión. Sin embargo, es más sano y constructivo identificar los problemas estructurales que ponen en riesgo las metas planteadas.
El superávit fiscal no se puede mantener en el tiempo si – como sucede – se quiere a la vez ayudar a los más débiles con un importante estado de bienestar y se cuenta para ello con los impuestos generados por una economía de productividad media a modesta en términos relativos internacionales.
El superávit externo está permanentemente acosado por las obligaciones de deuda, que se han ido cancelando, pero además por la creciente demanda de divisas para giro de utilidades de las empresas multinacionales, que dominan buena parte de los sectores clave del país, tanto para abastecimiento interno como para exportación.
La agenda estructural es clara, manteniendo las metas simples y fáciles de transmitir de los superávits gemelos:
1 – Incorporar al trabajo digno y sustentable 2 Millones de compatriotas, cumpliendo así con metas obvias de justicia social y relevando al Estado del peso de la actual asistencia a su subsistencia.
2 – Argentinizar la economía, aumentando sustancialmente la participación del Estado y de capital nacional en las inversiones futuras.
3 – Aumentar la productividad media integrando en el país los eslabones de cadenas de valor que hoy no se ejecutan porque a las multinacionales no les interesa – por caso: la industrialización de los minerales – o porque los industriales son ensambladores subordinados, como en la industria automotriz o electrónica.
Es simple, breve y categórico. O perseguimos con fuerza, continuidad y claridad de miras estos tres ejes, discutiendo los cómo con absoluto detalle, o estaremos enredados en los márgenes de un sistema que crecientemente no dejará contentos ni a los que pretende beneficiar. Y además, lo que no es poco, abriremos la ventana para que los liberales de mala memoria vuelvan con sus cánticos de devaluar, pedir dinero al exterior, reducir la asistencia popular y vender hasta el alma. Ya lo han hecho, en realidad
Escrito por Enrique Mario Martinez
Después de 10 años ambas cosas son más difíciles de asegurar que entonces. Podría discutirse hasta el infinito los eventuales errores de gestión. Sin embargo, es más sano y constructivo identificar los problemas estructurales que ponen en riesgo las metas planteadas.
El superávit fiscal no se puede mantener en el tiempo si – como sucede – se quiere a la vez ayudar a los más débiles con un importante estado de bienestar y se cuenta para ello con los impuestos generados por una economía de productividad media a modesta en términos relativos internacionales.
El superávit externo está permanentemente acosado por las obligaciones de deuda, que se han ido cancelando, pero además por la creciente demanda de divisas para giro de utilidades de las empresas multinacionales, que dominan buena parte de los sectores clave del país, tanto para abastecimiento interno como para exportación.
La agenda estructural es clara, manteniendo las metas simples y fáciles de transmitir de los superávits gemelos:
1 – Incorporar al trabajo digno y sustentable 2 Millones de compatriotas, cumpliendo así con metas obvias de justicia social y relevando al Estado del peso de la actual asistencia a su subsistencia.
2 – Argentinizar la economía, aumentando sustancialmente la participación del Estado y de capital nacional en las inversiones futuras.
3 – Aumentar la productividad media integrando en el país los eslabones de cadenas de valor que hoy no se ejecutan porque a las multinacionales no les interesa – por caso: la industrialización de los minerales – o porque los industriales son ensambladores subordinados, como en la industria automotriz o electrónica.
Es simple, breve y categórico. O perseguimos con fuerza, continuidad y claridad de miras estos tres ejes, discutiendo los cómo con absoluto detalle, o estaremos enredados en los márgenes de un sistema que crecientemente no dejará contentos ni a los que pretende beneficiar. Y además, lo que no es poco, abriremos la ventana para que los liberales de mala memoria vuelvan con sus cánticos de devaluar, pedir dinero al exterior, reducir la asistencia popular y vender hasta el alma. Ya lo han hecho, en realidad
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