¿Algo habrá cambiado? Hace una semana, los abogados del grupo Clarín presentaron una denuncia contra un grupo de funcionarios y tres periodistas (Sandra Russo, Roberto Caballero y Javier Vicente) por“incitación a la violencia” (con penas de 3 a 6 años de prisión) y “coacción agravada” (hasta 10 años de prisión) por una supuesta acción violenta en su contra
El repudio generalizado, que incluyó a algunos de los periodistas que trabajan en el propio Grupo Clarín, fue contundente.
El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) anunció que asumiría la defensa de los periodistas denunciados y el Foro de Periodismo Argentino criticó la denuncia que en nombre de la libertad de expresión, afectaba la libertad de expresión, al llevar a la justicia a periodistas por su opinión.
El planteo judicial fue un disparate. La Constitución Nacional tutela expresamente el derecho a expresar las ideas sin censura previa. Los abogados tuvieron que dar marcha atrás. Aunque primero dibujaron el bochorno asegurando que la convocatoria a periodistas a tribunales era en carácter de testigos, la denuncia no expresaba eso.
Para que lo ocurrido con la denuncia de Clarín tenga un efecto multiplicador es fundamental romper con el doble estándar moral con el que se miden hechos y palabras en la Argentina. No puede ser que, según a quien afecten hay piquetes buenos y piquetes malos; o escraches buenos o malos. O intimidaciones a la prensa más o menos graves según quienes sean los periodistas involucrados.
Hay que grabarlo a fuego en el cielo de la democracia: No importa lo que se diga, no importa quién lo diga, no importa el medio para el que trabaje, ni siquiera la posición política del periodista. Nadie puede ser hostigado, intimidado o denunciado por sus opiniones. El mayor desafío es solidarizarse con aquellos que están en las antípodas de nuestro pensamiento, hasta con los que trabajan de manera diferente. Sersolidario con los que piensan como nosotros no implica ningún esfuerzo.
Fuente: Blog de Reynaldo Sietecase
El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) anunció que asumiría la defensa de los periodistas denunciados y el Foro de Periodismo Argentino criticó la denuncia que en nombre de la libertad de expresión, afectaba la libertad de expresión, al llevar a la justicia a periodistas por su opinión.
El planteo judicial fue un disparate. La Constitución Nacional tutela expresamente el derecho a expresar las ideas sin censura previa. Los abogados tuvieron que dar marcha atrás. Aunque primero dibujaron el bochorno asegurando que la convocatoria a periodistas a tribunales era en carácter de testigos, la denuncia no expresaba eso.
Para que lo ocurrido con la denuncia de Clarín tenga un efecto multiplicador es fundamental romper con el doble estándar moral con el que se miden hechos y palabras en la Argentina. No puede ser que, según a quien afecten hay piquetes buenos y piquetes malos; o escraches buenos o malos. O intimidaciones a la prensa más o menos graves según quienes sean los periodistas involucrados.
Hay que grabarlo a fuego en el cielo de la democracia: No importa lo que se diga, no importa quién lo diga, no importa el medio para el que trabaje, ni siquiera la posición política del periodista. Nadie puede ser hostigado, intimidado o denunciado por sus opiniones. El mayor desafío es solidarizarse con aquellos que están en las antípodas de nuestro pensamiento, hasta con los que trabajan de manera diferente. Sersolidario con los que piensan como nosotros no implica ningún esfuerzo.
Fuente: Blog de Reynaldo Sietecase
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