Alfredo Leuco: Lejos de Disney

Cuando la presidenta habla de innovar comportamientos o de que se viene la etapa de la sintonía fina en realidad está diciendo que no va a permitir los abusos de los empresarios ni de los sindicalistas.
Que va a combatir las arbitrariedades aplicando el sentido común. Lo planteó con todas las letras en su discurso de la Unión Industrial Argentina. Castigó a un tipo de empresario que tiene mas codicia que ética. No los quiso nombrar pero dio la señas particulares de unos señores que recibían subsidios y que aumentaron sus utilidades en un 31% y en eso mismo período invirtieron un 30% menos. 
Sin dar el nombre y apellido habló de otros delincuentes que recibieron créditos blandos del Bicentenario, en pesos y a tasa negativa y con ese dinero compraron dólares. Son muchachos voraces que deben ser llevados a la justicia. Porque ese dinero barato que les dieron era de todos los argentinos. 
Y lo usaron para timbear. También se metió con el tema de las utilidades y dijo que las empresas argentinas tienen ganancias que superan la media internacional. Esa fue la parte en la que criticó el comportamiento de los malos empresarios. Pero después su discurso fue contra determinado comportamiento de los dirigentes obreros y ahí dijo palabras que fueron música para los oídos de las patronales. 
En el tema de la distribución de ganancias suscribió lo que plantea la Unión Industrial Argentina. Dijo que eso, por ley, no sale. Y que deben ponerse de acuerdo entre las partes en la discusión de las convenciones colectivas. Al revés de lo que reclama la CGT de Hugo Moyano.
Después fue más certera. Demostró cierta molestia cuando le avisaron que Moyano no se había quedado a escuchar su discurso y sin nombrarlo la emprendió contra su forma de acumular afiliados. Cristina dijo que ese tironeo por los encuadramientos que muchas veces paraliza empresas es un conflicto intra-sindical y no una discusión laboral. 
Y que no se debe involucrar a las empresas en esas peleas. Incluso planteó que el estado también sufre ese problema en su carácter de empleador de las empresas públicas. En esos momentos la platea del Hotel Hilton aplaudió en forma sostenida. Ovacionaron a Cristina. 
Hasta ahí la presidenta llamó a las cosas por su nombre. El problema es cuando en el tema de los subsidios se insiste con el error de ocultar problemas o de intentar disimularlo con el lenguaje de la epopeya revolucionaria. Cerrar rutas internacionales o limitar los derechos de los trabajadores aeronáuticos puede ser una necesidad pero nunca puede ser presentado como el asalto al cuartel Moncada. 
Un claro ajuste, un achicamiento de las fortunas que se pierden en Aerolíneas es eso y no se puede disfrazar de buena noticia. Sobre todo si los responsables del despropósito están en el mismo gobierno. ¿Se entiende? Bienvenida la etapa de corregir errores, de tapar agujeros y de levantar trincheras para evitar que la crisis mundial nos golpee.
Es una razonable manera de preservar lo que se logró. Pero no se puede representar un claro retroceso defensivo como si fuera la profundización del modelo. Allí el relato parece un disfraz. La presidenta dijo con razón que no estamos en Disney pero que estamos muy lejos del terremoto económico de Europa. Es cierto, o por lo menos hay que trabajar para que sea cierto.
Pero a veces parece que nos quieren hacer creer que estamos en Disney y que reconocer los problemas es una traición. Está claro que hoy la consigna que mas define el momento es el emprolijamiento del modelo y no su profundización y que la consigna del Nunca menos se podría cambiar por la de Un poco menos. La realidad es la única verdad. Nunca es triste la verdad. Lo que no tiene es remedio.
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