La mayoría de los argentinos de bien están por estas horas deseando que Cristina Kirchner se reponga rápido de sus problemas de salud y vuelva a ejercer plenamente sus funciones.
Cristina Fernández es el kirchnerismo. Su momentánea salida de escena genera inquietud en propios y extraños. Hasta que se tomó la decisión de operarla (le detectaron sensación de “hormigueo” en el brazo izquierdo”), la idea era que “gobernara” desde la Quinta de Olivos. Le habían recetado 30 días de reposo por una lesión en la cabeza. Ante la operación tuvo que delegar el mando. El personalismo de la mandataria tiene en este episodio su más clara comprobación. Sólo ella representa al poder político real en el gobierno.
El vacío que genera su ausencia de la Casa Rosada habilita una pregunta complementaria: ¿Hay vida para el kirchnerismo después de 2015? Lula es el ejemplo antagónico al de Cristina Kirchner. El ex presidente de Brasil preparó al milímetro la sucesión de su gobierno. Dilma Russeff competirá por la reelección con grandes posibilidades el año próximo.
El vicepresidente Amado Boudou, como indica el artículo 88 de la Constitución Nacional, la reemplaza en el cargo. No es la primera vez que lo hace. A pesar de lo que afirman algunos comunicadores Boudou tienen varias causas abiertas pero ningún procesamiento judicial. Eso es tan cierto como que se trata de uno de los funcionarios más desprestigiados del gobierno. Está claro que entre las denuncias que lo involucran y su conducta frívola clausuró su futuro político.
Como cuando la Presidenta se tomó licencia por la operación de tiroides en enero de 2012, la administración del Estado y la conducción política del kirchnerismo quedará en manos de la llamada “mesa chica”: Carlos Zanini(Secretario Legal y Técnico), Máximo Kirchner y Juan Manuel Abal Medina (Jefe de Gabinete). De las cuestiones operativas se hará cargo Oscar Parrilli (Secretario General).
Es previsible que la campaña electoral baje un poco el tono beligerante. En el oficialismo Daniel Scioli tendrá más protagonismo y seguirá acompañando a Martín Insaurralde en actos y recorridas. De hecho, la presidenta ya había decidido correrse de ese escenario cuando el Frente para la Victoria fue derrotado en las PASO.
Los opositores se manifestaron prudentes. En general expresaron su solidaridad con la Presidenta y esperarán 48 horas para definir si modifican el cronograma de actos y actividades o lo ratifican. Sólo Mauricio Macri adelantó que no alterará su estrategia.
Los efectos electorales de esta sorpresiva situación son inciertos. La Presidenta no es candidata pero su gestión está en el centro del debate. El resultado de las elecciones legislativas es clave para determinar cómo será el último tramo de su mandato. La gran apuesta del gobierno es mantenerse como primera minoría en las dos cámaras a pesar de una eventual derrota en los distritos más populosos del país. En la Casa Rosada saben que no será sencillo pero lo creen posible. Se renuevan los legisladores logrados en 2009, el año de la peor elección para el kirchnerismo.
Un párrafo aparte merece la opacidad informativa. Del golpe en la cabeza de la Presidenta nos enteramos el sábado pasado. Algo parecido ocurrió con el episodio de la tiroides. La falta de información oficial potencia las versiones más delirantes y los brulotes periodísticos.
Mientras tanto Cristina Fernández enfrentará a los médicos como cualquier ser humano: con incertidumbre, miedo y esperanza. Sobre una camilla de hospital todos nos parecemos un poco.
por Reynaldo Sietecase
Es posible que una cantidad indefinida de compatriotas tenga deseos que apunten a otro desenlace. La calidad ética de cada quien podría medirse con este parámetro interno. Lo concreto es que la licencia por enfermedad que tuvo que tomarse la Presidenta permite hacer algunas consideraciones políticas.
Evitaré los devaneos sobre su salud para no competir con tantos colegas devenidos neurocirujanos de ocasión.
Es posible que una cantidad indefinida de compatriotas tenga deseos que apunten a otro desenlace. La calidad ética de cada quien podría medirse con este parámetro interno. Lo concreto es que la licencia por enfermedad que tuvo que tomarse la Presidenta permite hacer algunas consideraciones políticas.
Evitaré los devaneos sobre su salud para no competir con tantos colegas devenidos neurocirujanos de ocasión.
Cristina Fernández es el kirchnerismo. Su momentánea salida de escena genera inquietud en propios y extraños. Hasta que se tomó la decisión de operarla (le detectaron sensación de “hormigueo” en el brazo izquierdo”), la idea era que “gobernara” desde la Quinta de Olivos. Le habían recetado 30 días de reposo por una lesión en la cabeza. Ante la operación tuvo que delegar el mando. El personalismo de la mandataria tiene en este episodio su más clara comprobación. Sólo ella representa al poder político real en el gobierno.
El vacío que genera su ausencia de la Casa Rosada habilita una pregunta complementaria: ¿Hay vida para el kirchnerismo después de 2015? Lula es el ejemplo antagónico al de Cristina Kirchner. El ex presidente de Brasil preparó al milímetro la sucesión de su gobierno. Dilma Russeff competirá por la reelección con grandes posibilidades el año próximo.
El vicepresidente Amado Boudou, como indica el artículo 88 de la Constitución Nacional, la reemplaza en el cargo. No es la primera vez que lo hace. A pesar de lo que afirman algunos comunicadores Boudou tienen varias causas abiertas pero ningún procesamiento judicial. Eso es tan cierto como que se trata de uno de los funcionarios más desprestigiados del gobierno. Está claro que entre las denuncias que lo involucran y su conducta frívola clausuró su futuro político.
Como cuando la Presidenta se tomó licencia por la operación de tiroides en enero de 2012, la administración del Estado y la conducción política del kirchnerismo quedará en manos de la llamada “mesa chica”: Carlos Zanini(Secretario Legal y Técnico), Máximo Kirchner y Juan Manuel Abal Medina (Jefe de Gabinete). De las cuestiones operativas se hará cargo Oscar Parrilli (Secretario General).
Es previsible que la campaña electoral baje un poco el tono beligerante. En el oficialismo Daniel Scioli tendrá más protagonismo y seguirá acompañando a Martín Insaurralde en actos y recorridas. De hecho, la presidenta ya había decidido correrse de ese escenario cuando el Frente para la Victoria fue derrotado en las PASO.
Los opositores se manifestaron prudentes. En general expresaron su solidaridad con la Presidenta y esperarán 48 horas para definir si modifican el cronograma de actos y actividades o lo ratifican. Sólo Mauricio Macri adelantó que no alterará su estrategia.
Los efectos electorales de esta sorpresiva situación son inciertos. La Presidenta no es candidata pero su gestión está en el centro del debate. El resultado de las elecciones legislativas es clave para determinar cómo será el último tramo de su mandato. La gran apuesta del gobierno es mantenerse como primera minoría en las dos cámaras a pesar de una eventual derrota en los distritos más populosos del país. En la Casa Rosada saben que no será sencillo pero lo creen posible. Se renuevan los legisladores logrados en 2009, el año de la peor elección para el kirchnerismo.
Un párrafo aparte merece la opacidad informativa. Del golpe en la cabeza de la Presidenta nos enteramos el sábado pasado. Algo parecido ocurrió con el episodio de la tiroides. La falta de información oficial potencia las versiones más delirantes y los brulotes periodísticos.
Mientras tanto Cristina Fernández enfrentará a los médicos como cualquier ser humano: con incertidumbre, miedo y esperanza. Sobre una camilla de hospital todos nos parecemos un poco.
0 comentarios :
Publicar un comentario