Cuanto peor, mejor

Cuando el periodista y escritor Jorge Fernández Díaz solamente destilaba liberalismo honesto desde las páginas del diario La Nación y no había sido ganado por el enojo, trazó una interesante división entre aquellos que se oponen al kirchnerismo. 
por Reynaldo Sietecase
Explicó en su columna dominical que entre los críticos de la gestión inaugurada en 2003, existen dos grupos bien definidos: los que quieren que al gobierno le vaya mal y los que quieren que al gobierno le vaya bien. El prestigioso colega se enrolaba en la segunda camada con un argumento sensato: él y su familia viven en la Argentina, por lo cual sería bastante tonto apostar a lacatástrofe económica o política. El fallo de la justicia norteamericana a favor de los Fondos Buitres habilita una discusión: ¿es válido regodearse de sucesos que perjudican al país? Más allá del posicionamiento que cada quien pueda sostener en relación a la gestión kirchnerista, el proceso de renegociación de la deuda externa es una de sus políticas menos cuestionables. 
El grueso delendeudamiento tuvo su escalada con la última dictadura militar y se potenció en las gestiones de Carlos Menem y de la Alianza. En marzo de 2005, Néstor Kirchner y su ministro de Economía, Roberto Lavagna, consiguieron una quita histórica del monto adeudado y un canje de bonos que fue aceptado por el 76 por ciento de los tenedores de deuda. En 2010, hubo una segunda oferta que elevó la aceptación al 93 por ciento.

Los planteos de los Fondos Buitres (el 0,45 de los tenedores de bonos) apuntan a cobrar el importe total de lo adeudado. Sin quita de ningún tipo. Algo inadmisible para Argentina ya que arrasaría con el acuerdologrado con la mayoría de los acreedores. El resto es historia conocida.

Ya hubo dos fallos judiciales contra nuestro país. Está claro que las declaraciones grandilocuentes deCristina Kirchner (sobre que no se pagaría nada) no ayudaron a crear un mejor clima en los tribunales norteamericanos. También –como señalaron algunos dirigentes de la oposición– se podría haber abierto untercer canje antes de que la Cámara fallara otra vez contra el país. Pero de lo que no deberían quedar dudas es sobre quien tiene la razón en el pleito.

La Presidenta rechazó la calificación de “deudores recalcitrantes” y dijo que los argentinos “somospagadores seriales”. El dato que aportó es impactante: se pagaron 173 mil millones de dólares en diez añosa organismos de créditos públicos y privados. La sola mención de esa cifra provoca indignación. El nuevo proyecto para reabrir el canje, reemplazar los bonos y mudar la sede de pago a la Argentina, está destinado aevitar embargos y otorgarle certezas a los que resignaron acreencias y creyeron en la capacidad de pago del país. No hay muchos caminos posibles.

Se puede criticar, y con razón, la retórica belicista e innecesaria de los funcionarios argentinos pero es impensable barajar otras opciones que otorguen privilegios a los fondos buitres por sobre el resto de los bonistas. Con las excepciones previsibles de Elisa Carrió y Alfonso Prat Gay, casi todo el arco político opositor anticipó que avalaría en el Congreso la propuesta de la Presidenta. La deuda externa no es un problema de este gobierno, es un problema del país y, en consecuencia, merece ser resuelto coninteligencia y el mayor consenso interno.

Algunos economistas del establishment y los grupos mediáticos a los que están relacionados, en cambio, expresaron sus dudas sobre la propuesta oficial. Son los mismos que someten el interés nacional a sus necesidades básicas de dinero y poder. Creen en un singular catecismo de reminiscencias trotskistas:cuanto peor, mejor.

Mejor para ellos, claro.
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