Santas tonterías, Batman

El Papa Francisco será la cabeza de playa contra los movimientos populares de América Latina”.´
-“Asumió el nuevo Papa y Videla pidió un golpe de Estado”.
-“El Papa es peronista”.

por Reynaldo Sietecase-“Lo digitó Chávez desde el cielo”.
-“Bergoglio fue cómplice de los genocidas”.
-“Bergoglio no tuvo ninguna responsabilidad durante la dictadura”.
-“El nuevo Papa apurará el fin del kirchnerismo”.
-“Benedicto XVI era mejor que Francisco”.
-“Los que se alegran con el Papa argentino son unos traidores a la memoria de Néstor Kirchner”.
-“Francisco unirá a la oposición”.
La lista de frases que se pronunciaron o escribieron en torno a la designación del primer Papa latinoamericano es más extensa. Éstas apenas son una muestra y no de las más tontas. Lo cierto es que la elección de Jorge Mario Bergoglio sorprendió al mundo y tuvo un enorme impacto en la Argentina.
No hace falta apelar a sondeos de opinión para saber que una abrumadora mayoría celebró la designación. Es previsible en un país con mayoría de católicos. No es arriesgado afirmar que muchos creyentes no católicos y hasta ateos también se alegraron. Un argentino en el lugar más alto de una de las tres religiones monoteístas del mundo es una noticia extraordinaria.
El oficialismo se dividió entre quienes renovaron sus críticas –en especial por la actuación de Bergoglio ante el secuestro de dos jesuitas en la dictadura– y quienes lo celebraron como un triunfo propio. En un lado:Horacio Vertbisky y Luis D'Elía; hay que sumar en ese sector a Horacio González y a otros intelectuales de Carta Abierta que, fieles a sí mismos, por convicción defienden el laicismo a ultranza. Del otro lado quedaronGuillermo Moreno –quien pegó afiches y pidió un aplauso para el Papa en su primera reunión de trabajo–Julián Domínguez  y Aníbal Fernández. ¿Hay dos kirchnerismos entre los muchos peronismos?
La dirigencia opositora no se quedó atrás. Elisa Carrió saludo alborozada desde Buenos Aires. Mauricio Macri decretó asueto escolar para que se pueda seguir la ceremonia y viajó a Roma, donde ya estabanRicardo Alfonsín y el senador socialista Rubén Giustiniani.
Cristina Kirchner hizo lo esperable. Superada la sorpresa y después de un saludo formal por carta y en un discurso público, concurrió a Roma con la esperanza de poder decirle adiós a Bergoglio y darle labienvenida a Francisco. Le fue bastante bien. El nuevo Papa fue generoso con el tiempo y los gestos hacia la presidenta. Hubo intercambio de regalos y hasta un beso para la foto. Le pidió que interceda por Malvinas y dijo que habló de la Patria Grande.
Quien no conozca la historia de la relación que mantuvieron en Buenos Aires podría decir que tienen, en sus opiniones, más coincidencias que divergencias. Y en realidad es así. La bajísima tolerancia de los Kirchner a las críticas, que en general sólo aceptan con buen grado los aplausos, y el alto perfil político del entoncesArzobispo de Buenos Aires minaron de desconfianza la relación. Es historia conocida: Kirchner mudó el Tedeum del 25 de Mayo y Bergoglio no ahorró críticas. Hubo otros desencuentros que incluyeron proyectos legislativos como el Matrimonio igualitario. Para Bergoglio, las denuncias de Vertbisky contaban con aval oficial. Y para los Kirchner, el obispo apañaba a la oposición.
La presidenta dijo que invitó al Papa a visitar la Argentina y ya comenzaron las especulaciones sobre cuándo podría darse ese viaje. En julio estará en Brasil en un encuentro internacional de juventudes católicas. Oficialistas y opositores aseguran que su visita al país puede tener impacto electoral sobre las legislativas de octubre. Quién sabe.
Mientras tanto, Francisco parece ocupado en otros menesteres de mayor importancia. Enfrentará desafíos monumentales en su gestión. Recuperar la credibilidad de una Iglesia atravesada por las denuncias decorrupción y pedofilia, es apenas una de esas tareas. Por ahora mandó algunas señales muy fuertes. Las coordenadas de sencillez y austeridad serán su marca de identidad.
En la homilía inaugural de su papado, pidió “cuidar a los más débiles, a los enfermos, a los pobres”. Habrá que esperar. Cómo sugiere San Mateo, debe juzgarse a los hombres, como a los árboles, por sus frutos.
La expectativa es enorme en todo el mundo. Incluso para aquellos que, como este cronista, exhiben sin orgullo su falta de Fe.






















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