Los aumentos en peajes, en los alquileres, en pasajes (los de media y larga distancia fueron tremendos) y en muchos productos del supermercado, hacen muy difícil que los gremios acepten el techo propuesto por el gobierno para la discusión salarial: 20 por ciento.
Por Reynaldo SietecaseEn Argentina, además, muchos empresarios ycomerciantes aumentan los precios “por las dudas”. Es parte de ese gen deforme de la argentinidad, el mismo que nos hace despreciar la ley o no cuidar los espacios públicos.
Lo cierto es que el principal enemigo del gobierno en este 2013, no es Hugo Moyano, ni está en la oposición política, ni los medios más concentrados. El enemigo a vencer es la inflación. El gran desafío es cómodesacelerar los aumentos generalizados de precios sin enfriar la economía. Es decir, cómo contener losincrementos, muchos nacidos en expectativas, sin que se frene el consumo y caiga la demanda laboral.
Durante los primeros años de gestión, el kirchnerismo logró mantener controlada la inflación. En los tres primeros años de mandato de Néstor Kirchner hubo un alto crecimiento y gran creación de empleo. Entre 2003 y 2006 el aumento de precios fue moderado (3,4 el primer año y luego 6% en los dos siguientes). En la segunda etapa, se mantuvo el alto crecimiento pero no hubo gran incremento del empleo y se disparó la inflación, que se convertiría en una suerte de karma para los Kirchner después de 2007.
Para colmo de males, la medida elegida para bajar la fiebre fue romper el termómetro. En octubre de 2006, la entonces directora del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC, Graciela Bevacqua, acusó a Guillermo Moreno de solicitarle los nombres de los comercios encuestados por el organismo. La funcionaria se negó y dijo que esa solicitud violaba la Ley de Secreto Estadístico. El 29 de enero de 2007, Bevacqua, con diez años de antigüedad en el Instituto, fue desplazada de su cargo y reemplazada con Beatriz Paglieri, una funcionaria de confianza de Moreno. Bevacqua denunció un cambio de metodología para medir los precios, no explicada ni discutida. Comenzaba la intervención del INDEC. Una barrabasada que también pone enduda los indicadores de pobreza e indigencia.
En mayo de 2007, el entonces fiscal nacional de Investigaciones Administrativas, Manuel Garrido, inició una causa contra Guillermo Moreno, Paglieri y la directora Ana María Edwin por la “supuesta falsificación de los índices de inflación”. A pesar de la enorme cantidad de elementos y testimonios que revelan la adulteraciónde los números que miden la variación de precios, la Justicia todavía no pudo comprobar ningún delito.
Lo cierto es que los números del INDEC se tornaron increíbles. Las consultoras privadas comenzaron a emitir los suyos que son igualmente mentirosos. Los sindicatos toman los propios. Según Moyano: “el índice chanquito”. Se trata de los precios que suministran algunos medios de comunicación, tambiéndistorsionados. Más allá del indiscutible aumento de precios, peajes y servicios, se puede decir que casi todos mienten en beneficio propio.
Cómo explico en el libro Kamikazes, "salvo los funcionarios nacionales, ni siquiera los más convencidos defensores de la política oficial 'bancan' públicamente el manotazo al INDEC y sus consecuencias. Horacio Verbitsky, periodista de Página/12 y presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), afirmó en 2010, luego de una reunión con un grupo de intelectuales de la agrupación Carta Abierta: 'Todos los que participamos de este espacio repudiamos el avasallamiento del organismo oficial de medición de indicadores económicos'".
La inflación afecta con más virulencia a los más pobres, a los que no tienen capacidad de renegociar salarios, a los trabajadores en negro. Para frenar los aumentos indiscriminados no sólo hace falta decisión política, también es necesaria una cuota de sinceridad. No se puede derrotar a un enemigo en el que no se cree.
Por Reynaldo SietecaseEn Argentina, además, muchos empresarios ycomerciantes aumentan los precios “por las dudas”. Es parte de ese gen deforme de la argentinidad, el mismo que nos hace despreciar la ley o no cuidar los espacios públicos.
Lo cierto es que el principal enemigo del gobierno en este 2013, no es Hugo Moyano, ni está en la oposición política, ni los medios más concentrados. El enemigo a vencer es la inflación. El gran desafío es cómodesacelerar los aumentos generalizados de precios sin enfriar la economía. Es decir, cómo contener losincrementos, muchos nacidos en expectativas, sin que se frene el consumo y caiga la demanda laboral.
Durante los primeros años de gestión, el kirchnerismo logró mantener controlada la inflación. En los tres primeros años de mandato de Néstor Kirchner hubo un alto crecimiento y gran creación de empleo. Entre 2003 y 2006 el aumento de precios fue moderado (3,4 el primer año y luego 6% en los dos siguientes). En la segunda etapa, se mantuvo el alto crecimiento pero no hubo gran incremento del empleo y se disparó la inflación, que se convertiría en una suerte de karma para los Kirchner después de 2007.
Para colmo de males, la medida elegida para bajar la fiebre fue romper el termómetro. En octubre de 2006, la entonces directora del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC, Graciela Bevacqua, acusó a Guillermo Moreno de solicitarle los nombres de los comercios encuestados por el organismo. La funcionaria se negó y dijo que esa solicitud violaba la Ley de Secreto Estadístico. El 29 de enero de 2007, Bevacqua, con diez años de antigüedad en el Instituto, fue desplazada de su cargo y reemplazada con Beatriz Paglieri, una funcionaria de confianza de Moreno. Bevacqua denunció un cambio de metodología para medir los precios, no explicada ni discutida. Comenzaba la intervención del INDEC. Una barrabasada que también pone enduda los indicadores de pobreza e indigencia.
En mayo de 2007, el entonces fiscal nacional de Investigaciones Administrativas, Manuel Garrido, inició una causa contra Guillermo Moreno, Paglieri y la directora Ana María Edwin por la “supuesta falsificación de los índices de inflación”. A pesar de la enorme cantidad de elementos y testimonios que revelan la adulteraciónde los números que miden la variación de precios, la Justicia todavía no pudo comprobar ningún delito.
Lo cierto es que los números del INDEC se tornaron increíbles. Las consultoras privadas comenzaron a emitir los suyos que son igualmente mentirosos. Los sindicatos toman los propios. Según Moyano: “el índice chanquito”. Se trata de los precios que suministran algunos medios de comunicación, tambiéndistorsionados. Más allá del indiscutible aumento de precios, peajes y servicios, se puede decir que casi todos mienten en beneficio propio.
Cómo explico en el libro Kamikazes, "salvo los funcionarios nacionales, ni siquiera los más convencidos defensores de la política oficial 'bancan' públicamente el manotazo al INDEC y sus consecuencias. Horacio Verbitsky, periodista de Página/12 y presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), afirmó en 2010, luego de una reunión con un grupo de intelectuales de la agrupación Carta Abierta: 'Todos los que participamos de este espacio repudiamos el avasallamiento del organismo oficial de medición de indicadores económicos'".
La inflación afecta con más virulencia a los más pobres, a los que no tienen capacidad de renegociar salarios, a los trabajadores en negro. Para frenar los aumentos indiscriminados no sólo hace falta decisión política, también es necesaria una cuota de sinceridad. No se puede derrotar a un enemigo en el que no se cree.
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