Con la comida no se juega

"Con la comida no se juega". Eso decía mi abuela gringa, que se enojaba si no dábamos cuenta de los platos que nos servía. El hambre fue durante demasiado tiempo su adversario y compañero. Extraño sus comidas como a pocas cosas.

por Reynaldo Sietecase
La reciente polémica entre Diego Maradona y Francisco De Narváez tuvo como eje la comida. El astro argentino, después de declararse "cristinista", criticó a la oposición y señaló sobre el diputado del Peronismo Federal: "(Francisco) De Narváez no sabe hacer una sopa, no sabe qué le tiene que poner, habla por hablar y no la vivió, no sufrió lo que sufrieron muchos argentinos. Primero aprendan a hacer guisos y después hablamos".
El empresario le respondió desde su cuenta de Twitter con "ironía", según definieron varios diarios. Bajo la leyenda "Diego, soy mejor comiendo guiso que cocinándolo... me gusta más al día siguiente, recalentado. Abrazo", publicó una foto donde aparece cocinando en una olla, vestido con delantal, mientras sostiene un libro de recetas en una mano.

Más allá de la impresionante sinuosidad ideológica de Diego, la imagen "armada" por De Narváez más que una respuesta irónica puede funcionar como metáfora. Tal vez fue producto de una sugerencia de su equipo de asesores. Pero la imagen no es muy feliz.
Cuando uno se detiene en los detalles se puede observar que la hornalla está apagada, la olla vacía y el libro de recetas es del chef español Ferran Adrià Acosta, uno de los mejores cocineros del mundo, quien está más cerca de los manjares europeos que del guiso popular en cuestión.

Aparecen, entonces, algunas preguntas pertinentes, o impertinentes según como se lo mire: ¿Es más importante parecer que ser? ¿Hasta dónde los políticos argentinos dan más valor a la apariencia que a la realidad? Hay una idea extendida entre algunos dirigentes de que las imágenes fabricadas o un relato ficcional pueden imponerse como verdad. Se trata de una fantasía perversa.

Volviendo a la comida, recuerdo un excelente libro de poemas de Armando Tejada Gómez que lamentablemente perdí o me robaron después de algún desafortunado préstamo. Se llama Canto Popular de las Comidas, y como toda la obra del poeta mendocino estuvo prohibido durante la última dictadura militar. Comienza con una copla popular: "Mi madre que era criolla/ le echaba amor a la olla". En este caso me serviría un poco más...
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