Memoria, verdad, justicia y alegría

Por Marco Teruggi para Marcha
Existen dos columnas los 24 de marzo, varias columnas multitudinarias, que miran los puentes entre el pasado y el presente desde puntos de vista que, si bien comparten búsquedas, difieren sobre la actualidad.


Son multitudes las que habitan calles y plazas, a través de intervenciones artísticas, discursos, columnas donde participan centros de estudiantes, comisiones internas, organismos de derechos humanos, movimientos populares y partidos políticos, entre otros.
De esta forma, durante toda la tarde y hasta entradas las primeras horas de la noche, Buenos Aires se convierte en un transcurrir permanente de pancartas, jóvenes, muchos jóvenes, avenidas embotelladas de tambores y banderas, hasta el epicentro de la Plaza de Mayo.
Nos hemos acostumbrado a este conjuro político masivo, donde se consolidan coordenadas de la identidad política y social de nuestro pueblo, como la búsqueda de democracia, de derechos humanos, de memoria, verdad y justicia.
Claro, son términos muy grandes, que, por esa misma condición, son objeto de diferentes interpretaciones y proyecciones.


¿Qué implicancias tiene pensar los de derechos humanos en términos de ayer y de hoy? ¿Se puede concebir al 24 de marzo solo desde los avances de justicia enmarcados en el marco del genocidio? ¿No es acaso necesario abrirlo a las injusticias que recorren cotidianamente a los sectores populares? ¿Cuáles son los derechos que componen los derechos humanos?
Este entramado de ideas y materialización de las mismas, tiene correlatos en diferentes posicionamientos y caracterizaciones acerca de la situación política actual y del gobierno, su historia, sus perspectivas. 

¿Se puede hablar de derechos humanos sin denunciar hechos como la masacre en Villa Soldati, el asesinato de Mariano Ferreyra o los crímenes ocurridos a principio de año en Rosario? Estos hechos no solo hablan de falta de vivienda, trabajo precario y de la vida de los jóvenes en los barrios populares sino que convocan a reflexionar sobre el concepto de la democracia.
Posicionamientos que hacen que desde hace varios años el 24 de marzo tenga diversas movilizaciones recorriendo la ciudad. Desde una de las ópticas se sostiene una mirada crítica hacia el gobierno y, sin negar avances en los juicios, enfatiza la reciente ley antiterrorista o la criminalización de las protestas impulsada por el ejecutivo nacional. Desde la otra, se plantea un apoyo a la actual gestión, resaltando la política de derechos humanos y enmarcando el 24 de marzo en los años que van de 1976 a 1983.
Las lecturas sobre el pasado también se encuentran puestas en juego en cada una de las marchas. El rompecabezas de luces y sombras sobre aquellas generaciones –quiénes eran o qué proyectos perseguían- está profundamente ligado a la actualidad, y, claro está, al futuro.
¿Se puede por ejemplo pensar por un segundo que esa generación que protagonizó desde el Cordobazo hasta las coordinadoras interfabriles pasando por Trelew, luchaba por un capitalismo en serio?
Existen entonces varias columnas multitudinarias los 24 de marzo, que miran los puentes entre el pasado y el presente desde puntos de vista que, si bien comparten búsquedas, difieren sobre la actualidad.
Pero el 24 de marzo también rebalsa las convocatorias realizadas desde cada espacio y cada año son más los miles de jóvenes, familiares, trabajadores, estudiantes, que salen a las calles, se organizan, no ven dos demonios y quieren más memoria, más verdad, más justicia.
Todo esto desde la alegría, haciendo frente al olvido que no encuentra puertas por donde entrar.
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