EL ORO Y LA SINRAZÓN CAPITALISTA

Como es sabido hay una discusión muy dura alrededor de la minería del oro, a la que confusamente se la generaliza como la minería a cielo abierto, siendo que el problema es distinto cuando se extrae cobre o hierro o aluminio.
El problema con el oro – y con la plata – es que la minería en gran escala ha desarrollado un método por el cual combina el oro con cianuro, extrae así los respectivos compuestos del resto del mineral, luego separa el oro del cianuro y recicla éste.
Esto tiene dos componentes negativos fuertes:
. El manejo del cianuro es muy riesgoso, al punto que a pesar de los procesos de recuperación, quedan enormes volúmenes de material residual con pequeñas trazas de cianuro, que deben ser muy cuidadosamente separados de cualquier contacto con agua de consumo humano o animal.
. El consumo de agua es muy alto. Por cada onza de oro se usan unos7000 litrosde agua que habitualmente no se recicla.
Con toda lógica, las comunidades sensibles por su calidad de vida, tienen mucho que cuestionar a estos proyectos desde su flanco ambiental.
Para ver un poco más claro, tomemos un poco de distancia, con alguna información sobre el negocio global del oro. Ante todo: ¿por qué el oro?
Porque es un metal prácticamente inerte, lo cual hace que se lo considere específico para objetos que trascienden la vida humana y refugio de valor.
¿Dónde está el oro? 
Toneladas 
Joyas ya confeccionadas                     65.000
Bancos y financieras                           31.000
En la industria                                   31,000
En manos de ahorristas                       24.000
En mineral aún no extraído                  50.000 

Dos ideas:
a)     Si los países aceptaran que ha perdido sentido tener oro como reserva de moneda y liberaran el material que tienen, para otros usos, quedaría satisfecha cualquier demanda por muchos años.
b)    El destino principal es suntuario y obviamente reemplazable. 
En el segundo aspecto, el problema no lo genera el mundo más rico, ya que hay problemas culturales asociados al oro, que llevan a que del total de destino industrial de un año tipo (2000), el 85% es para joyas y de esto el 70% son joyas fabricadas y utilizadas en el mundo más pobre. 
 La India, por ejemplo, importa 7 Mil millones de dólares de oro por año.
No hace falta agregar mucha información adicional para concluir que toda la minería del oro – de aquí en más al menos – nada tiene que ver con necesidades imperiosas de la humanidad. Las pequeñas cantidades usadas en electrónica o en medicina podrían ser obtenidas por reciclado de oro ya refinado.
Un gobernador ansioso podría decir que lo dicho no tiene lógica, en tanto hay quienes están dispuestos a invertir mucho dinero en su provincia y generar trabajo, que se necesita. Es cierto: hay demanda adicional y hay recursos mineros en Argentina que no se han explotado.
Pero además del marco global que se acaba de comentar, hay que destacar que desde hace miles de años hay métodos artesanales para obtener oro. Algunos de ellos no usan químico alguno, aunque son de bajo rendimiento. Otros, más tecnificados, usan mercurio, para hacer una amalgama, que luego se retrotrae con calor a oro y mercurio. El PNUD, programa de Naciones Unidas para el desarrollo, ha hecho una serie de propuestas para un manejo técnico responsable del tema, que es menos contaminante que el cianuro, aunque tan peligroso como el otro para el operador.
Si de desarrollo local y generación de trabajo se trata, los gobernadores podrían auspiciar la minería de baja escala, con uso controlado de mercurio en instalaciones ad hoc – de ninguna manera sobre cauces de agua – y la refinación posterior del oro en el lugar, así como escuelas de joyería y centros de producción artesanal de objetos de oro.
Comparando el 3% sobre el valor del oro en bruto, que es lo que la ley de minería vigente prevé, con los ingresos que generaría la producción en baja escala con casi nulo riesgo de contaminación, cualquier comunidad podría aspirar a mucho – mucho – mayores ingresos que los que los actuales mega emprendimientos permiten, bajando además a casi cero el nivel de confrontación con comunidades irritadas con razón.
El punto, en realidad, es: qué ponemos en primer lugar.
La calidad de vida, que implica tener trabajo y un horizonte de progreso, pero compatible con el ambiente y con los pulmones propios, es una opción.
El negocio escrito en una carpeta, donde por un lado entra cierto dinero y por el otro lado quedan los problemas sociales y ambientales, de los que no se hace cargo el inversor, es la otra.
¿Qué ponemos?
Escrito por Enrique Mario Martinez
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