Esto es sólo una parte del magnífico relato publicado por Alejandra Dandan en Página 12 del donmingo 23-10. Si te interesa leerlo completo página tiene archivo de cada día, a nosotros esta parte nos pareció impactante por el valor que demuestra un detenido de la ESMA en plena dictudara.
Alfredo Astiz, Jorge “El Tigre” Acosta, Ricardo
Miguel Cavallo y otros quince represores recibirán su primera condena
por torturas, desapariciones y asesinatos. Los hitos del juicio. Las
víctimas como sujetos políticos. La violencia de género.
Por Alejandra Dandan
Un
círculo que se cierra para Martín Gras. Con los represores y con sus
compañeros que no salieron de la ESMA. La certeza de Graciela Daleo de
que la Justicia debe reconocer el carácter de perseguidos políticos de
las víctimas. Ser mujer en la ESMA. Los relatos de quienes desnudaron
situaciones de violencia sexual.
La construcción de una acusación de la
violencia de género. La posibilidad de pensar la ingesta de cianuro no
como suicidio sino como homicidio. Rodolfo Walsh: los vecinos que
hablaron por primera vez. .
Los cuerpos desaparecidos y, pese a que no hay
cuerpos, el reclamo de que los marinos sean juzgados por homicidio. Los
represores que hablaron más que otra veces. Sus mujeres. Jorge
Bergoglio obligado a declarar. La individualización de cada uno de los
integrantes del grupo de la Santa Cruz.
El vecino que permitió probar el
secuestro de Remo Berardo. Son solo algunas imágenes, algunos hitos que
dejan los dos años del primer juicio oral por crímenes cometidos en la
Escuela de Mecánica de la Armada, que espera la sentencia el próximo
miércoles 26 de octubre.
La declaración de Martín Gras fue una de las más extensas, duró
cuatro o cinco horas y permitió sistematizar la lógica de la ESMA.
Cuando terminó de responder preguntas, le preguntaron si todavía quería
decir algo.
Iba a decir que no, pero levantó la cara y se encontró con
la mirada de Juan Carlos Rolon. Ahora está convencido de que en ese
momento, 32 años después, cerró el círculo que había empezado en la
ESMA.
“Para ir a declarar intenté actualizar algún dato o nombre, pero no
fue una preparación –dice–. Cuando llegué me senté, empecé a hablar y
seguí hablando y sentí que no paraba. La sala desapareció, y le miraba
la cara a ellos.
Ver una cosa vacía, opaca... fue tremendo y al final me
sentí en la obligación de contar una anécdota.” Hace 32 años –contó–,
cuando lo estaban por poner en libertad, un oficial le trajo un diario
en cuya tapa había una foto de un oficial de policía del gobierno del
Sha en Irán que se estaba cayendo.
El oficial trataba de escapar de la
multitud que le arrancaba el uniforme a pedazos. “Me lo tira en el
camastro. ‘¿Y eso?’, le pregunto. El me pregunta si yo pensaba si algún
día podía pasar eso en Argentina. ‘No sé’, le dije, porque son avatares
históricos, pero le dije además que si la pregunta era si yo pensaba que
en algún momento él iba a tener que rendir cuentas, yo pensaba que sí.”
El oficial le preguntó si estaba pensando en Nuremberg. Gras le
contestó que no sabía qué forma iba a tener la rendición de cuentas en
Argentina:
–Pero si hubiera un juicio, ¿vos testimoniarías? –me preguntó–. Le dije que sí.
–¿Y vos dirías que yo te torturo? –insistió.
–Usted tortura –le dije.
–Pero vos sabés que a mí no me gusta torturar.
–Es cierto.
–Sabés que cuando estoy de oficial de Inteligencia de turno, muchas
veces me encierro en el camarote, apago la luz, cierro la puerta y no
contesto las llamadas para no tener que torturar.
–Es cierto, pero también es cierto que a veces te encontraron y torturaste.
–¿Pero vos dirías eso, que a mí no me gusta torturar?
–Sí, lo diría, pero también diría que llegado el caso torturaste.
–Bueno, me parece bien porque entonces dirías la verdad.
“Quiero decirle al oficial con el que tuve ese diálogo que está
presente en la sala –explicó–, que he cumplido escrupulosamente con el
compromiso que asumí con él en el año 1978.” Gras lo miró a la cara,
pero el ex oficial bajó los ojos. “Yo sentí que estaba cerrando el
círculo: había cumplido con mi palabra, contaba que esa persona no
sentía placer, era torturador, no sádico, porque son cosas diferentes y,
fundamentalmente, declaré la verdad con absoluta rigurosidad, que era
el mandato de los compañeros.”
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