Hace unos días me preguntaban por el INDEC
y la inflación y me parece oportuno explayarme sobre algo que ya vengo
diciendo hace años. Que haya aumentos de precios en la Argentina no es
consecuencia de una mala o buena medición del INDEC. De la misma manera
que cuando uno tiene fiebre, tampoco es culpa del termómetro. Entonces,
si la medición no es la que provoca el aumento, lo que hay que
determinar son las verdaderas causas de la inflación en la Argentina.
Cuando las mediciones estatales se ponen
en tela de juicio hay que hacer algo para resolver el problema. A esta
altura no es tan importante si el INDEC mide bien o mal sino qué hay que
hacer para que el público recupere la confianza en las informaciones
que el organismo brinda. Simplemente porque la buena información es un
elemento básico para la planificación de la economía desde, las personas
a las empresas.
A mí juicio habría que acelerar las
tareas vinculadas a dotar al INDEC de la máxima transparencia y
credibilidad posible para terminar con esta historia y así poder discutir en serio por qué aumentan los precios en la Argentina, que para mí no es más ni menos que la puja distributiva.
Los ortodoxos, liberales y monetaristas
quieren hacernos creer que la causa de la inflación es el exceso del
gasto, el desborde monetario y todas esas cuestiones que hemos
escuchado. Pero lo cierto es que la Argentina viene de varios años de
superávit fiscal, de superávit de la balanza comercial, de superávit en
la cuenta corriente, de solidez en las reservas, de un sistema
financiero montado básicamente por depósitos en moneda local. Es decir
que la Argentina no tiene nada que ver con lo que era en el 2000 o
incluso antes, donde la fragilidad de la macroeconomía hacía al país muy
vulnerable, en la que cualquier incertidumbre generaba una corrida
contra el dólar y no había otra manera para evitarla que provocar una
devaluación. Hoy el Banco Central está en condiciones de enfrentar una
corrida, de fijar el precio del dólar y de sostenerlo.
La inflación se produce porque al
mejorar su situación relativa y al tener una enorme demanda
insatisfecha, los sectores de bajos recursos (que no son sectores
ahorradores) se vuelcan al consumo. Para reapropiarse de esa
distribución primaria que en general hace el Estado a través de los
planes sociales o a través de las paritarias o de todo el proceso de
redistribución del ingreso que se intenta, quienes abastecen los
productos suben los precios. Se trata de una pelea entre los grupos de
la economía concentrada, unas 300 empresas que son las formadoras de
precios en la Argentina que por vía del aumento se reapropian de las
mejoras que consigue el resto de la sociedad.