¿Qué falta para terminar con el trabajo infantil?

El trabajo infantil es un problema complejo que obedece a múltiples causas, entre ellas, la insuficiencia de ingresos en hogares pobres, la calidad y el acceso a la educación, la organización familiar y patrones culturales.
Los chicos que trabajan ponen a diario en riesgo su salud, su educación y las posibilidades de romper con el círculo de pobreza en el que nacieron. Tampoco cuentan con momentos de juego y recreación. La vida laboral suma responsabilidades no acordes con la edad y resta tiempo para hacer cosas de chicos.
Por eso es importante que las iniciativas que se implementan para combatirlo busquen fortalecer los sectores vulnerables, y desde un enfoque de derechos, promover el ejercicio de su condición de ciudadanos y trabajar junto al Estado y al sector privado para generar cambios a largo plazo.

Todas estas acciones parten de un diagnóstico de la realidad local, poniendo en el centro las causas y consecuencias del trabajo infantil, y las potencialidades de las personas e instituciones para superarlo. Además de propiciar su reinserción a la escuela se busca promover sus derechos y se proporcionan ámbitos de juego y recreación.

Las consecuencias del trabajo infantil se dan en todos los niveles. Sociales y morales, ya que profundiza la desigualdad, viola los derechos humanos fundamentales de la infancia y la adolescencia, e impide o limita el adecuado proceso educativo. Afecta el desarrollo físico y psíquico: genera enfermedades crónicas, retraso en el crecimiento, abusos físicos y psíquicos, y dolores en las articulaciones y deformaciones óseas, sólo por nombrar algunos. Por último, entre las consecuencias económicas se encuentran la pérdida promedio de 2 años de escolaridad a largo plazo -20% menos de salario durante toda su vida adulta-, pérdida de poder adquisitivo del mercado nacional, pérdida de años de educación que se traduce en una calidad inferior del capital humano disponible e incidencia negativa en el PIB.

El trabajo infantil no es únicamente lo que se ve en la ciudad, sino que el mayor porcentaje se desarrolla en el ámbito rural. En esas áreas no hay sólo una justificación económica, sino también cultural. Los chicos que son trabajadores, generalmente, son hijos de padres que también fueron trabajadores infantiles. En el trabajo infantil rural se suma que el trabajo en la cosecha es una situación cotidiana y como se trata de trabajo a destajo (remuneración por rendimiento), lo importante es sumar más manos para producir en cantidad.

Es necesario instalar la problemática en agenda como una práctica que dificulta el normal desarrollo de los niños

as y tiende a perpetuar situaciones de violación de derechos, pobreza, inequidad y exclusión social.

A fines de marzo de 2013 se aprobó la ley que contribuye al avance en materia de prevención y erradicación del trabajo infantil. El proyecto modifica el Código Penal al agregar el artículo 148 bis, estableciendo que "será reprimido con prisión de uno a cuatro años el que aprovechare económicamente el trabajo de un niño o niña en violación de las normas nacionales que prohíben el trabajo infantil, siempre que el hecho no importare un delito más grave. No será punible el padre, madre, tutor o guardador del niño o niña que incurriere en la conducta descripta".

Si bien se continúa trabajando en erradicar este flagelo, todavía queda mucho por hacer. Necesitamos, entre todos, cambiar la mirada y hacer visible lo invisible. Los chicos son chicos, tienen que ir a la escuela y jugar. Un niño que trabaja, no estudia. Un niño que trabaja, no juega. Un niño que trabaja, pone en riesgo su salud.

Ser adultos comprometidos, esa es nuestra tarea.
EN CIFRAS
1,5 millones De niños realizan trabajo infantil
Así se desprende de las cifras relevadas por el Observatorio de la Deuda Social Argentina. Son chicos de 5 a 17 años que llevan adelante actividades económicas o labores domésticas en todo el país, con las siguientes consecuencias:
  • Deserción escolar, repitencia o baja en el rendimiento
  • No disfrutan de momentos de juego, recreación y descanso
  • Conforman una subjetividad con una baja autoestima
  • Presentan cuadros de fatiga y pueden sufrir problemas de salud a causa de una continua exposición a riesgos físicos
  • A nivel familiar se desdibujan o alteran los roles de los adultos y los chicos
  • Se reproduce el círculo de pobreza familiar
  • Problemas posturales y contracturas
  • Deformaciones óseas por cargas excesivas
  • Lesiones y muertes por accidentes
Fuente: La Nación
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